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Por ser la última comida del día siempre se tiene la idea de que la cena no debe ser de grandes porciones y de alimentos que cuesten digerir, pero cuando se trata de deportistas de alto rendimiento como los ciclistas, las reglas pueden cambiar.
La caravana de la 56 Vuelta a Guatemala se hospedó en el Hotel del Campo de Quetzaltenango y el menú ofrecido fueron ejotes salteados, arroz al cilantro, espagueti al tomate, pollo horneado y pinchos de carne. El postre no faltó y las opciones fueron flan de vainilla y pastel de banano.
Lorena León, gerente del hotel, explicó a Publinews que han tenido la oportunidad de servir a la caravana durante más de 30 años y los pedalistas “siempre se van contentos”, comentó
Unos 10 minutos después de las 7 de la noche comienzan a llegar los protagonistas de la Vuelta. Algunos llegan con ropa deportiva de las marcas que los patrocinan, pero otros optan por vestimenta más cómoda, que por momentos hace difícil reconocerlos, ya que durante el día se les ve con su uniforme, casco y lentes.
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La Federación de ciclismo da los requerimientos de proteínas y carbohidratos necesarios para los pedalistas, y la tarea del hotel es “adaptarlo a nuestro medio y lo que está en temporada”, agrega León.
Algunos ciclistas llegan con el equipo completo y buscan una mesa. Con paciencia, hacen fila ya que la comida es servida al estilo bufet. No falta quien pida un poquito más de la comida que más le guste, ya sea un poco más de pasta o repetirse un postre.
“El control de calidad lo manejamos muy bien desde la compra, preparación y servir el alimento” relata la gerente mientras los ciclistas se relajan, sonríen, hacen bromas, se pasan el pan, se sirven la limonada unos a otros, en un ambiente que los aleja de la tensión de la competencia y reafirma la amistad de equipo.