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Cuando vio al tiburón con su pierna en la boca creyó que todo había acabado

El sudafricano Achmat Hassiem tiene una forma muy peculiar de motivarse cuando está en la piscina, y es que usa su terrible pasado para impulsarse. Le llaman “el chico tiburón”, un apodo cruel y al mismo tiempo lleno de perdón.

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La vida de Hassiem ha estado inexorablemente relacionada con los tiburones desde que en Ciudad del Cabo, un gran escualo blanco lo agarró durante un simulacro para salvavidas.

Ese día marcó la vida de Achmat. El tiburón casi lo mata, hoy esa lesión lo impulsó a los Juegos Paralímpicos de Rio y la próxima semana cuando terminen sus terceros y últimos Juegos comenzará una nueva carrera: un defensor de la sobrepesca de tiburones.

“Mi sobrenombre es el ‘chico tiburón’, dijo este martes después de haber competido en los 100 metros libres. “Mi hermano dice que es un título que suena a superhéroe y quiero pensar que lo es”, agregó.

Hassiem, de 34 años dice que cuando se quita su prótesis y ve el agua, no puede evitar pensar en el momento del ataque. “De hecho uso ese miedo para competir. Me imagino a un gran tiburón blanco de 4.7 metros guiándome por el carril y presionándome para tratar de salir primero”, expresó.

El nadador explica que hace 10 años él y su hermano menor Tariq se hacían pasar por víctimas en un ejercicio para salvavidas en la playa Muizenberg y cuando esperaban ser rescatados por un bote, vio que se acercaba un triángulo gris a su hermano.

“Pensé que era un delfín o una foca. Decidí chequear debajo del agua”, explica, y al salir a la superficie gritó a su hermano y golpeó el agua para llamar la atención de Tariq, y funcionó, pero cuando menos imaginó estaba cara a cara con el tiburón.

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Hassiem luchó para mantenerse lejos de la boca e intentó montarse en el lomo pero se dio cuenta que su pierna derecha no se movía. “Vi que la mitad de mi pierna estaba ya en la boca del tiburón”, explica.

El atleta fue arrastrado unos 50 metros bajo el agua. Hassiem soñaba con ser futbolista pero tras el accidente alguien le dijo que probara la natación, y se adueñó de la piscina. En Pekín 2008 y en Londres 2012 ganó bronce.

A pesar del accidente, Hasseimno odia a los tiburones, por el contrario, siente que debe detener la sobrepesca. “Las estadísticas son terribles. Unos 10 millones de tiburones son asesinados cada año”, y viendo como su vida cambió desde el accidente, dice: “tengo que devolverle a los tiburones lo que ellos me dieron a mí”, finaliza.

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