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“El Delfín” como le llaman por su habilidad en el agua no es un chico como cualquier otro, es un pequeño con grandes aspiraciones, capaz de superar cualquier obstáculo para alcanzar sus metas, así lo ha demostrado, así lo aprendió de su abuelo, el histórico extécnico de la Selección Nacional, Rubén Amorín ( Q. E. P. D.).
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A los dos años y medio Rubén Granados sufrió una infección que lo dejó totalmente ciego del ojo derecho, pero ello no fue impedimento para cumplir sus sueños, pues siempre le gustaron los deportes, aunque no imaginó llegar a ser un nadador profesional.
“Cuando estaba en tercero primaria mi profesor de la unidad de natación me dijo que tenía que saber nadar porque si no perdería su clase, me preocupé y fue así que mi mamá me llevó a la Federación de Natación y me gustó, ahora solo pienso en ganar más y más”, relata Rubén, quien hizo una gran actuación recientemente en Panamá.
“El Delfín” formó parte de la delegación guatemalteca que viajó al país canalero para competir en el Camex de natación, en el que ganó una medalla de plata en el 4X200 relevo libre y tres bronces en 4X50 relevo mixto, 50 metros mariposa y 100 metros libres, todos en la categoría de 12 años.
Su amor por la natación, relata nació después de haber ganado su primera presea, de bronce, premio que le mostró a su abuelo Rubén Amorín, quien aunque ya no podía hablar, con una sonrisa le demostró lo orgulloso que estaba.
“Por la ceguera de mi ojo entendí que la natación era mi deporte, no podía practicar otro deporte porque no tenía mucha visualización”, explica Granados.