0 of 7
Embed from Getty Images
PUBLICIDAD
Julio Alberto Moreno vivió una etapa de éxito en el Barcelona durante la década de los 80, pero la vida para él no fue fácil. El defensa español se sinceró con el diario “El Mundo” y reveló detalles de su vida como su lucha contra las drogas y el abuso sexual del cual fue víctima cuando era un niño.
“Mis padres se separaron y el tribunal de menores decidió meterme en un orfanato. No entendía nada. A los 12 años un monitor abusó sexualmente de mí durante un campamento de verano. No lo hablé con alguien hasta los 50 años. Siempre lo llevé conmigo. Cuando expliqué los abusos que había sufrido a mi terapeuta en Proyecto Hombre, le rompí dos sillas en la cabeza. Una de ellas la pusieron en el patio del centro como símbolo. Llevaba tanta rabia y odio acumulado… Me sentí liberado.
“De niño, no tenía defensa posible. Nadie a quien acudir. Pasé meses sin hablar. Sólo me dedicaba a estudiar y a hacer deporte. Estudiaba tanto para olvidar que me convertí en el mejor alumno. Sólo quería leer y leer para bloquear esos otros sentimientos. Y aun así no lo conseguía. Tengo su cara grabada en mi memoria”, contó el también seleccionado español de 1984 a 1988.
Julio Alberto llegó a Barcelona en 1982 y compartió vestidor con figuras de la talla de Diego Armando Maradona. Con el club catalán ganó una Copa de la Liga, una Copa del Rey y una Supercopa de España. Estuvo cerca de ganar la Copa de Europa (hoy Champions League), pero nunca pudo conseguirlo. (El Barça ganaría este trofeo por primera vez hasta 1992)
PUBLICIDAD
Se retiró del fútbol en 1991, vistiendo la camiseta del Barça, pero su vida no fue bien. Sufrió depresión y se hundió en las drogas, lo que ha puesto su vida en peligro en varias ocasiones.
“He tenido tres sobredosis. He entrado dos veces en coma y he sufrido otro par de infartos. Llegué a desear la muerte más que nadie en este mundo. Me encontraba sucio. Pero tengo fuerza interior”, añadió.
Sin embargo, el exfutbolista de 57 años, está recuperado y da gracias por estar vivos, aunque sabe que le queda poco tiempo, (entre cinco y ocho años, según sus propias palabras), por lo que su deseo es ser feliz durante los años que le queden.