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Más grandes, más rápidos y más fuertes: la evolución de los jugadores de rugby

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La Copa del Mundial de Rugby empieza este viernes 18, y analizamos la evolución física de los jugadores de rugby, que pareciera que cada cuatro años se ponen más altos y más pesados.

El cliché del flácido jugador de rugby que come por cuatro y toma mucha cerveza cuando celebra sus victorias es cosa del pasado. Si has visto la última Copa Mundial de Rugby, es probable que te hayas dado cuenta de lo alto y musculoso de los miembros de los equipos nacionales. De hecho, los físicos de los jugadores que estarán compitiendo en la Copa del Mundo de Rugby de este año, organizada por Inglaterra, ha evolucionado radicalmente desde la primera Copa del Mundo en 1987.

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“El rugby se convirtió en un deporte profesional en 1995”, explica el experto de rugby Jean-Loup Robertier. “Los jugadores de rugby comenzaron a recibir pagos por jugar a tiempo completo, cuando antes solían tener un trabajo normal; eran carniceros, bomberos, maestros. Tras esto, muy pronto vimos el cambio en la morfología de los jugadores”.

Con los avances médicos y en general mejores estilos de vida, la población mundial ha ido aumentando en su volumen corporal desde el siglo pasado. Es lógico que los atletas profesionales estén siguiendo también esta tendencia mundial, pero en ellos lo vemos en un grado mucho mayor. “Dado que el rugby se convirtió en un deporte profesional, los jugadores han estado entrenando todos los días, haciendo ejercicios de desarrollo muscular y preocupándose de su dieta. En eso se explica esta continua mejora en masa, para los delanteros, así como los zagueros”, dice Adrien Sedeaud, científico de deporte del IRMES (Instituto de Investigación Biomédica y Epidemiológica en el Deporte), de Francia. Al igual que como con cualquier atleta profesional, ahora se espera que los jugadores de rugby lleven un estilo de vida ejemplar.

El juego en sí también ha evolucionado y se ha vuelto más rápido. “Cuando se creó el Súper 12, una competición del hemisferio sur, el magnate australiano de medios Rupert Murdoch quería que fuera una competencia más entretenida y más espectacular”, dice Robertier. Se esperaba más acción de parte de los jugadores.

“En pocas palabras, los más grandes perdieron peso y los más pequeños se pusieron más musculosos y engordaron. Los pilares tuvieron que empezar a correr más así que adelgazaron drásticamente y ahora son mucho más atléticos. Los zagueros y los wings tuvieron que involucrarse más en la lucha y consiguieron más músculo”. La influencia del Súper 12 cambió la cara del juego en todo el mundo.

En ese momento, el fenómeno neozelandés de rugby, Jonah Lomu, quien jugaba la posición de wing, pesaba unos sorprendentes 110kg, algo que nunca se había visto antes en esa posición. Desde 1906, los zagueros de la selección francesa han pasado de pesar aproximadamente 70 kilos, a 92 kilos en el 2014, y los delanteros de 80 kilos a 108 kilos. Durante décadas, grandes o pequeños, cualquiera podía encontrar su lugar en un equipo de rugby. “Solía ​​haber una posición para cada tamaño porque sus funciones son muy diferentes, pero desde la profesionalización, notamos una homogeneización en la estatura del jugador”, dice Sedeaud.

Con 1,80 metros de estatura y 78 kilos de peso, el jugador francés Morgan Parra sería considerado pequeño en comparación con sus compañeros de equipo, especialmente con el pilar derecho Uini Atonio, que pesa 140 kilos. Como el contacto físico ha tomando un papel importante en todas las posiciones, incluso un medio scrum debe ser alto y fuerte, aunque su papel era originalmente de organizador el juego. En un estudio publicado en 2012, Sedeaud y su equipo encontró que para todas las Copas del Mundo de Rugby, los equipos de mayor rendimiento tenían los backs más altos y los delanteros más pesados, con el mayor porcentaje de la experiencia colectiva. “El rugby se está volviendo cada vez más una cuestión de contacto y menos de evasión”, agrega el científico.

Desde la primera Copa del Mundo en 1987, los jugadores han ido ganando aproximadamente 1,5 kilos en promedio cada cuatro años. Así como en la NBA estadounidense la altura de los jugadores de baloncesto ha llegado a un máximo por sobre los 2.01 metros, el mundo de rugby parece estar cerca de encontrar su propio tope. “La pregunta que nos estamos haciendo es, ¿ya llegamos a esta máxima? ¿Por qué no podemos encontrar jugadores más altos? ¿Es este tamaño la altura óptima para esta actividad, facilitando a los jugadores la capacidad de ser rápidos y fuertes, mientras que desempeñan todos los movimientos técnicos necesarios para poder anotar? No sabemos la respuesta todavía“, dice Sedeaud.

En el rugby, la velocidad del sprint es esencial, pero la evolución del juego, otro factor determinante es el impulso sprint, se calcula multiplicando la velocidad de sprint con la masa corporal. “En los últimos años, el equipo francés ha aumentado mucho su masa, pero no tanto su velocidad, como sí lo hicieron los All Blacks, por ejemplo. Esto significa que su impulso de velocidad sigue aumentando a un ritmo mucho mayor”, continúa el experto, lo que podría explicar su superioridad durante la Copa Mundial del 2011.

Una consecuencia directa de la evolución física de los jugadores es que cada año, el número de lesiones aumenta. Con jugadores más abultados, los impactos se hacen más frecuentes y violentos. El número de tackles o rucks por partido han incrementado por un factor de cuatro en treinta años. “El juego es realmente peligroso ahora; cualquier persona quedaría completamente destruida después de unos minutos en el terreno de juego”, añade Robertier. “Cada año, el Mundial de Rugby (ex Rugby Board International) cambia las reglas del juego para evitar lesiones”, Los “Spear Tackle” [cuando un jugador levanta otro jugador en el aire y luego lo bota], por ejemplo, están prohibidos y multados con tarjeta roja.

Con la preparación física, la dieta y el estilo de vida bajo un estricto control, el jugador de rugby “bon vivant” ahora es “una cosa del pasado”, dice Robertier, que extraña cuando aún podía, como periodista, ir a los vestuarios después de un partido a conocer a los jugadores. “Solíamos estar muy cerca de ellos; nos gustaba compartir una cerveza después de un partido. Pero esos tiempos han terminado”.

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