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El protocolo del Campeonato de España, Copa de Su Majestad el Rey, el nombre completo de la competición que el Barcelona le ganó ayer al Athletic por 3-1, ordena que se oiga el himno de España como preámbulo al partido final.
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El sábado la “Marcha Real” –su nombre, uno de los pocos en el mundo que carece de letra– sonó por la megafonía del Camp Nou, que más de 90 mil personas –el 55% de los aficionados eran del Athletic– abarrotaron para presenciar el juego; sin embargo, una chiflada sonora que provino de ambas aficiones cubrió, casi por completo, las notas del himno, ante la mirada impasible de los jugadores, políticos y el rey español, Felipe VI.
La imagen, sin embargo, es usual cuando los finalistas del torneo son el Athletic y el Barça, los equipos más populares, respectivamente, del País Vasco y Cataluña, dos comunidades autónomas españolas que albergan numerosos grupos independentistas. Así ocurrió en las finales de Copa de 2009, de 2012 y la del sábado, que se llenó de cientos de banderas “estellades” (estrelladas, en catalán), asociadas con el independentismo catalán, y de la “Ikurriña” y la “Senyera”, símbolos de ambas regiones.
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El tema ha propiciado incluso que algunos medios manipulen la imagen en vivo:
El tema no ha dejado indiferente a las autoridades deportivas del país ibérico. Miguel Cardenal, el presidente del Consejo Superior de Deportes español, aseguró que los chiflidos deben ser castigados e insinuó que ambos clubes pueden ser sancionados. Días atrás el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Andoni Ortuzar, había propuesto que los himnos del País Vasco (“Eusko Abendaren Ereserkia” o “Himno de los vascos” en euskera) y Cataluña (“Els Segadors” o “Los segadores” en catalán) sonaran, además de la “Marcha real”.
¿Libertad de expresión o falta de respeto?