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Alumnas de Villa de las Niñas olvidan su doloroso pasado en la cancha

Quien ha visto sus sonrisas tímidas y sus miradas llenas de ilusión no creería el dolor que las alumnas de Villa de las Niñas han pasado para superarse e iniciar el sueño de ser futbolistas. Hoy la vida les ha sonreído y representarán a Guatemala en el Mundial Escolar.Conoce un poco más de estas alumnasYosselyn MunguíaIrma SeguraMariela AguilarJosefina Ixcayá

El sol empieza a ocultarse en la Villa, y después de ocho horas de clase, las alumnas cambian sus zapatos por tenis. Sus ojos reflejan la alegría de otra tarde de entrenamiento, y con el rodar del balón se reinicia el sueño de ganar el Mundial.

Pero en los graderíos no se escucha el apoyo de sus padres, solo se deja oír la voz de su entrenador.

Y es que la vida de las alumnas de este centro educativo en la zona 13 capitalina no ha sido fácil, la mayoría llegó del interior del país, proviene de hogares divididos, algunas han sido víctimas de violencia sexual o intrafamiliar, y otras han debido dejar sus casas por la escasez de alimentos.

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Mi papá le pidió a mi mamá que me abortara y si decía que yo era su hija, le iba a dar un tiro”, así comenzó a contarnos su historia Yosselyn Munguía, quien nació en la aldea El Rodeo, Jalapa, y se crio con sus abuelos maternos.

“ Mi mamá trabajaba en otra aldea para poder darme de comer y con el tiempo se casó y tuvo otros hijos, yo me crie con mis abuelos, a quienes les digo papá y mamá, porque me dieron sus apellidos. Ya quiero crecer para poder trabajar y ayudarlos”, relata Yosselyn.

En la Villa, las alumnas tienen dos visitas al año, en mayo y septiembre.

“ Cuando llega el tiempo de venir a verme tienen que trabajar mucho para reunir dinero para los pasajes, por eso quiero superarme y ayudarlos”, dice mientras limpia las lágrimas que ya han mojado su camiseta.

Yosselyn juega como volante en la selección de la Villa, que la semana anterior se clasificó al Mundial Escolar de Futbol que se realizará en Guatemala del 12 al 20 de abril, y en el que además participarán las jóvenes del Centro de Estudios Integrados de Quetzaltenango.

La Villa integra el grupo B, junto con Francia, Dinamarca y República Dominicana. Por la rama masculina competirán el Colegio Tecnológico en Informática de Alta Verapaz y el Colegio Club Social y Deportivo Municipal de Guatemala.

¿Juego de hombres?

A diferencia de Yosselyn, Irma Segura, quien también forma parte del equipo, creció en un hogar unido y aprendió a jugar futbol con sus hermanos, en la aldea San Pedro Pinula, Jalapa, de donde es originaria.

“Salíamos a jugar a la calle, mi mamá me decía que eso era para hombres, pero a mí me gustaba. Sueño con ser una futbolista profesional, cantante y maestra de educación física”, dice entre risas.

Pero no solo el anhelo de ser futbolista llevó a Irma a la Villa, pues la economía de su familia no le permitía continuar sus estudios.

“En mi casa a veces no había comida y en varias ocasiones vi a mi mamá quedarse sin comer para darnos a nosotros. Nos decía que no importaba, que teníamos que salir adelante”, cuenta, con voz entrecortada mientras intenta detener el llanto que se avecina.

Sus padres prefirieron separarse de ella para verla triunfar. “Los extraño mucho, pero ellos quieren que me supere y por eso estoy aquí. Son mi gran ejemplo porque siempre me han apoyado”, relata.

Una idea para hacer el bien 

La Villa de las Niñas fue fundada en 1964 en Corea del Sur por el sacerdote estadounidense Aloysius Schwartz, y tiene sedes en Filipinas, México, Honduras, Brasil y Guatemala, en donde alberga a 900 alumnas, a quienes da estudios de nivel básico y bachillerato, además de brindarles hospedaje, alimentación y vestuario.

“Este programa es dirigido por las Hermanas de María. Tenemos a niñas de todos los departamentos. Muchas de ellas llegan con traumas y baja autoestima, han sufrido de desintegración familiar y algunas han sido víctimas de abuso sexual por parte de familiares”, expresa la hermana Isabel Velásquez, quien agrega que el orfanato se sostiene con la ayuda de personas individuales.

“Mi familia es muy pobre, no tenían lo suficiente para darme estudios y decidió dejarme en este lugar, me he superado y estoy feliz aquí. Mis padres están separados, por eso yo no sueño con darles dinero ni cosas materiales, solo mi amor y mi apoyo”, cuenta Mariela Aguilar, quien admira a Cristiano Ronaldo y a Lionel Messi.

“Quiero una casa”

En cambio Josefina Ixcayá anhela darle a su familia un lugar digno donde vivir. “Quisiera cambiarles la vida, hacerles una casa y que ya no sufran. Tengo nueve hermanos, mi papá es agricultor y apenas le alcanza para mantenerlos, además mis dos hermanas mayores están enfermas de la vista y no tienen cura”, cuenta.

“Pero cuando entro al campo solo pienso en que debemos dar lo mejor. Hemos formado un grupo unido y el pase al Mundial es una gran oportunidad para sobresalir”, dice.

Para el entrenador Jher-sson Par, las niñas del equipo son especiales y diferentes. “Realizan grandes sacrificios para sobresalir, entrenan fuerte y no desmayan a pesar del cansancio. Tienen muy buena condición física, entrenamos una hora diaria y seis el sábado”, dice el chimalteco de 26 años, quien, después de impartir clases de educación física en su departamento, viaja a la capital para meterse en el papel de entrenador.

El sol se ha ido y se ha llevado con él el sudor, la entrega y la perseverancia de estas niñas que solo esperan que crean en ellas, en su talento, en sus ganas de luchar, de vivir y de triunfar.

Conoce un poco más de estas alumnas

Yosselyn Munguía

“Mi mamá (abuela) me decía que jugar futbol era para hombres y no le gustaba verme patear una pelota con ellos, pero siempre la convencía de que me dejara”, expresa Yosselyn, con una enorme sonrisa. Ella nació en la aldea El Rodeo, en el departamento de Jalapa, tiene 15 años y cursa tercero básico. Vive con sus abuelos maternos, quienes le dieron sus apellidos después de que su padre biológico no quiso reconocerla y pidió a su mamá que la abortara. Dice que su mayor ilusión es superarse y enseñarle a sus abuelos, a quienes llama papá y mamá, a leer y a escribir.

Irma Segura

Sus ojos no pueden evitar humedecerse cuando relata lo difícil que fue su vida antes de llegar a la Villa de las Niñas. “Solo tengo hermanos y ellos me enseñaron a jugar futbol. Los extraño, y a mis papás, pero quiero superarme y llegar a ser una gran futbolista. Mis papás son agricultores y siempre se esforzaron porque mis hermanos y yo siguiéramos adelante. Ahora quiero superarme, tener un buen trabajo y ayudarlos”, relata con nostalgia. Irma es originaria de San Pedro Pinula, Jalapa, llegó a la Villa en 2012, tiene 16 años y cursa tercero básico, quiere ser maestra de educación física y cantante.

Mariela Aguilar

“A mi fami-lia le costó aceptar que a mí me gustaba el futbol, fue hasta hace poco que en mis vacaciones llegué a mi casa y les conté de mi experiencia en este deporte y logré que me apoyaran. Mi fami-lia es muy pobre, no tenía lo suficiente para darme estudios y decidió venir a dejarme a la Villa”, relata Mariela, quien llegó de Nueva Santa Rosa, del departamento de Santa Rosa. Admira a Cristiano Ronaldo y a Lionel Messi y sueña con ser como ellos. Además quiere ser cantante, le gusta el rock y la música electrónica, tiene 16 años y cursa segundo básico.

Josefina Ixcayá

Nació en el Caserío Sacbochol, Los Encuentros, Sololá, y a pesar de la distancia dice que la espiritualidad que ha alcanzado en la Villa la ha ayudado a no sentirse sola y a extrañar a su familia. “Desde pequeña me gustó el futbol, en la escuela me mantenía más con mis compañeros que con las niñas. Mi familia me apoya en mi sueño de jugar”, dice Josefina, quien espera graduarse y seguir la universidad para ayudar a su familia, a la que espera cambiarle la vida, pues sus padres son agricultores. Josefina tiene 16 años y cursa cuarto bachillerato.

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