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Un sentimiento rojo invadió Rio de Janeiro

Fueron 30 mil chilenos los que mudaron el ambiente que se vive en el estadio Nacional de Santiago hasta el Maracaná para festejar un triunfo histórico contra la campeona del mundo.

Cuando faltaban 24 horas para el partido contra España, los aficionados chilenos se hicieron sentir en varios rincones de Copacabana y llegaron al punto en que forzaron a que la policía local cerrara algunas de las calles porque llegaron a ser 30 mil los vestidos de rojo que se reunieron para cantar y apoyar a la selección andina.

Antes del partido platiqué con un seguidor chileno originario de Antofagasta, propietario de una venta de lentes de sol, bufandas y otros promocionales que dejó durante 30 días para apoyar a la Roja.

Con lo que ahorró, y a pesar de que no tenía un boleto para el estadio, hizo un viaje de cuatro días para llegar a tiempo a Rio de Janeiro, cosas que no le importaron con tal de estar lo más cerca posible de sus compatriotas, que celebraron un triunfo histórico contra la campeona del mundo.

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La pasión de los chilenos llegó al punto en que algunos burlaron la seguridad y se brincaron el muro del estadio para pasar a la sala de prensa, en donde causaron un gran susto y la sorpresa, antes de que fueran controlados por la policía.

Todas estas anécdotas marcan la fidelidad y la fe que un pueblo tienen en un grupo de jugadores que no se queda ni por ganas ni coraje.

La cantidad de chilenos era tan grande que los restaurantes y las tiendas del barrio alrededor del Maracaná hicieron su negocio al haber cobrado por ver el partido por televisión.

Para muchos, escuchar desde afuera el himno de su país, los aplausos y los gritos de gol fue más que suficiente.

Todo esto, de alguna manera, reflejó la forma en que esta selección chilena juega y simboliza una generación de esperanza para el Mundial pero que también llena de ilusión a un pueblo.

El poder de futbol para unir naciones y mover fuerza en pro de objetivos me hace reflexionar que haber visto estas manifestaciones en Rio de Janeiro de lo que se podría conseguir en Guatemala con una generación bien trabajada y guiada de jugadores y claro federativos que trabajen para mejorar nuestras esperanzas. No se trata de culpar sino de ver para adelante pero hay que tener claro que para iniciar los cambios son necesarios.

Los días dirán hasta donde llegará Chile en la Copa del Mundo, pero hasta ahora, lo alcanzado ha sido más de lo que muchos esperaban.

Andrés Valenzuela

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