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Rafael Tinoco: La exigencia de una perfección

El éxito de una ciudad sede de Copa del Mundo no tiene que ver nada más con el estadio, sino que gira alrededor de una logística impresionante en la que se requiere de mucho apoyo para que todo camine de la mejor manera antes, durante y luego de cada encuentro de futbol.

En la parte deportiva, se necesitan escenarios con capacidad de cinco mil y ocho mil fanáticos, para que sirvan como sedes de entrenamiento y que tengan las facilidades para la prensa y el público en los días en que se permita el acceso.

Por mi experiencia como coordinador de sedes durante las Copas del Mundo de Corea y Japón 2002, en Gwanjyu; Alemania 2006, en Dortmund, y Sudáfrica 2010, en Durban; puedo asegurar que el éxito se empieza a construir y se minimizan los errores cuando una instalación deportiva se abre unas cinco horas antes de un choque.

Dos días previos a un partido la presión aumenta, porque debemos de organizar la práctica oficial que dura una hora. Los países tienen derecho al reconocimiento de cancha y se prepara una conferencia de prensa.

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Llega un punto en el que todo el trabajo exige que debamos pasar hasta 12 horas dentro de las oficinas del mismo estadio. En un lugar con 70 mil personas, y de acuerdo con lo que la FIFA quiere, que es el desarrollo del partido en orden y sin problemas desde las taquillas, la labor es enorme y requiere que todos los voluntarios, policías, bomberos y el personal encargado del circuito de seguridad trabajen de la manera más coordinada.

La Copa Confederaciones, como la que acaba de terminar, siempre es un ensayo para la Copa Mundial en la que se repiten una y otra vez los puntos hasta que se logre el objetivo o se consiga la perfección y así estar preparado para la fiesta grande: el Mundial.

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