Menos de 12 meses nos separan de la patada inicial del partido que la selección anfitriona jugará frente a casi 66 mil personas en la Arena, de São Paulo, el 12 de junio de 2014 y que dará comienzo en forma oficial a la edición 20 de la Copa del Mundo de la FIFA, el evento deportivo que acapara la atención de millones en el planeta.
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El 30 de octubre de 2007 la nación sudamericana fue designada como sede del torneo por segunda ocasión en su historia, tras la que perdió traumáticamente contra Uruguay en 1950, en la final en el estadio Maracanã de Rio de Janeiro.
La cita mundialista marca el principio del espacio más importante en la historia deportiva de Brasil, debido a que la ciudad de Rio de Janeiro prepara desde ya la celebración de los Juegos Olímpicos de Verano, en 2016.
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Más allá de la parte futbolística en la que la “Verdeamarela” causa más dudas que esperanzas para lograr su sexta corona, la población del quinto país más grande del mundo palpita a diario la cita mundialista que reunirá a 32 selecciones.
Por supuesto, la obligación de levantar el trofeo de campeón recae con fuerza en la selección de casa, la cual está dirigida por Luiz Felipe Scolari, entrenador con el que fueron monarcas en Corea y Japón 2002, algo que aumenta la presión sobre el grupo que durante los últimos tiempos ha sembrado dudas en torneos como la Copa América de 2011, en Argentina, o los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en Inglaterra. Aunque la Copa Confederaciones, que finalizó el 30 de junio, dejó ver una luz al final del túnel.
Como complemento, una encuesta del diario “Folha”, de São Paulo, reflejó que solo tres de cada 10 brasileños creen que su equipo nacional tendrá éxito en el torneo. Los favoritos son España, Argentina y Alemania.
Hasta ahora, se calcula que el país ha invertido más de dos mil de los tres mil 600 millones de dólares que se proyectaron para completar lo relacionado con la organización y los rubros de construcción y remodelación de estadios, aeropuertos, transporte y comunicaciones.
Uno de los asuntos que más preocupa al Gobierno es el transporte aéreo, que ha crecido más de 120% dentro del país en la última década, cuando 40 millones de brasileños ingresaron en la clase media, superando de lejos el ritmo de crecimiento de la capacidad aeroportuaria.
A los aeropuertos ya saturados se sumarán durante el Mundial unos tres millones de turistas brasileños y unos 500 mil extranjeros que viajarán entre las 12 ciudades sede de la Copa, siguiendo a sus selecciones.
Otro gran desafío es la seguridad. Brasil, con 194 millones de habitantes, registra cada año más de 40 mil homicidios, con una tasa promedio de 27 de cada 100 mil habitantes, según el estudio privado “Mapa de la violencia”.
El mayor desafío que Brasil tiene no es la construcción de estadios, de metros, de aeropuertos, de telecomunicaciones, sino cómo aprovechar mejor esta gran inversión”, opinó Pedro Trengrouse, asesor de la ONU para el Mundial 2014.