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El sumo está en peligro de desaparecer en Japón

La popularidad de este arte marcial ha caído en los últimos años tras revelarse que resultados de algunos combates fueron amañados. En 2012 solo debutaron 52 luchadores

Foto: AFP

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El sumo, deporte emblemático de Japón, atraviesa una crisis de vocación sin precedentes y en 2012 solo debutaron 52 luchadores, la cifra más baja desde 1958, por lo que el país del sol naciente busca desesperadamente practicantes para mantener la tradición.

La escena ocurrió en Tokio el pasado mes de noviembre en un estadio de “yakyu” (béisbol), el otro gran deporte en Japón. Jugadores que no han sido seleccionados por los 12 clubes profesionales abandonan el recinto. Y fuera les espera un desconocido con un prospecto.

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“¿Por qué no consigues tus sueños utilizando tu gran fuerza física? El sumo es un deporte profesional en el que puedes tener éxito sin experiencia”, rezaba el papel.

Jefe de un club de sumo, Nobutake Minezaki, está dispuesto a todo por renovar su plantilla de luchadores. “No tengo ni idea de cuántos vendrán a mi equipo. Todos los clubes tenemos el mismo problema”, lamentó a la AFP.

Los responsables de la liga profesional de béisbol, que tratan de ayudar a los jugadores al final de sus carreras a reconvertirse, también han distribuido cientos de prospectos en reuniones con jugadores en el norte de Japón, cerca de Tokio.

“Queremos que sepan que tienen la posibilidad de integrarse en un equipo de luchadores cuando dejen el béisbol”, dice Kenjiro Kimura, responsable del club Minezaki y autor de la campaña de búsqueda de luchadores entre los “olvidados” del béisbol.

Recuerda el caso de Kazuo Haji, un jugador de béisbol que, tras dos años en una categoría inferior, hizo una notable carrera en el mundo del sumo, terminando en cabeza de la “segunda división”. Pero esto ocurrió hace mucho tiempo, en 1975.

El año pasado, el equipo Minezaki solo pudo reclutar a tres aprendices: un exigente de limpieza del hotel Hilton de Tokio y dos jóvenes de 15 años.

Kimura, que también es árbitro oficial de sumo, relata las causas que explican esta crisis de vocación o “espiral negativa”, tal como él la llama: caída vertiginosa de la natalidad en el país, un mayor abanico de prácticas deportivas y más interesantes financieramente, especialmente el futbol, y toda una serie de escándalos que han ensuciado este tradicional deporte de combate.

Consecuencia de ello: el mundo del sumo está actualmente dominado por los extranjeros y los dos luchadores con mayor rango (“Yokozuna”) son mongoles.

Este aumento del protagonismo de los extranjeros no está bien visto por los tradicionalistas, quienes lamentan también que potenciales talentos prefieran dedicarse a otros deportes que pagan mejor.

“Francamente, quiero tener yokozunas japoneses”, dice Tanosuke Sawamura, un octogenario actor de teatro que es miembro del consejo encargado de acordar el título supremo de “yokozuna”.

La popularidad de este arte marcial ha caído en los últimos años tras revelarse que resultados de algunos combates fueron amañados por apostantes ilegales y tras algunos casos de violencia.

En 2007, incluso, un novato de 17 años falleció tras ser apaleado por uno de los veteranos del equipo.

Todo ello hace que los jóvenes se muestren reticentes a la hora de ir a un club a inscribrise.

En mayo pasado, para tratar de atraer a los jóvenes, la federación nacional de sumpo flexibilizó los criterios físicos que se exigían hasta entonces para convertirse el luchador: un mínimo de 1,67 metros y 67 kilos de peso, por los 1,73 m y 75 kilos que se pedían hasta ese momento.

Estas medidas quedan muy lejos de los mastodontes que se suelen ver en los más prestigiosos “dohyo”, el nombre del espacio circular donde se celebran los combates.

Pero el número de debutantes no deja de caer: 56 en 2012, 60 en 2011 por los 223 en 1992 o los 250 en 1963, un récord que nunca se ha igualado.

Los expertos esperan un repunte en 2013, aunque nade se muestra muy confiado.

“Es una pena que haya tan pocos candidatos porque el sumo es verdaderamente un deporte nacional”, lamenta Fumiyasu Sato, un aprendiz de 17 años que fue el único que se inscribió en el torneo de noviembre pasado.

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