Réplicas de Van Gogh y dinosaurios en la mayor exposición de Lego jamás vista

El artista contemporáneo estadounidense Nathan Sawaya es el encargado de demostrar que la conexión entre lo lúdico y lo artístico, que la escala infantil y la monumental, pueden encontrar una conexión y el centro Discovery de Times Square se encarga de enseñárselo a los neoyorquinos y visitantes hasta enero de 2014.

“El niño que hay dentro de mí nunca se llegó a ir”, asegura. “Al principio empecé a probar con materiales tradicionales, pero me reté a mí mismo pensando si podría hacer eso mismo con piezas de Lego”, añade.

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Sawaya une a la diversión la paciencia para concebir pieza a pieza hasta cien esculturas reunidas ahora en un solo espacio. “Puede tomar semanas o meses. Depende de la complejidad y el tamaño. Pero, en cualquier caso, no es un trabajo de un día para otro”, dice.

Todo un verano tardó en montar el esqueleto de un tiranosaurio de más de 80.000 piezas color hueso que ocupa una sala entera, que es la más grande de toda la exhibición, aunque la que más trabajo le costó fue la de recrear un moái, las gigantescas esculturas que trufan el paisaje de la isla de Pascua y, por eso, “ocupa un lugar muy especial” en su corazón.

Como demostraron primero el impresionismo, el puntillismo o, más tarde, el arte pop de Roy Lichetenstein, Sawaya juega con la perspectiva para crear ilusión, movimiento y textura partiendo de una unidad simple y yuxtapuesta.

Curiosamente, “The Art of the Brick” tiene algunas de sus obras más espectaculares en forma de réplica de piezas clave de la historia del arte.

Así, con sus ladrillos Sawaya juega a recrear las pinceladas de Vincent Van Gogh en “Noche estrellada”, convierte “El grito” expresionista de Munch en una experiencia cúbica en tres dimensiones, o “pixela” la enigmática sonrisa de “La Gioconda”, además de recrear el Discóbolo de Mirón o el busto de Nefertiti.

Pero más allá de la técnica, Sawaya recalca la importancia del mensaje emocional que esconden sus creaciones originales, más conceptuales. Para él, la pieza más importante es la que protagoniza el cartel, “Yellow”, que representa un hombre desgarrándose el pecho, haciéndose trizas (o ladrillos más bien) en el podio donde reposa la escultura.

Una bañista que salpica el agua o una Estatua de la Libertad con un corazón en el pecho completan la exposición, que también deja espacio al visitante para ir aportando su creatividad a un “work in progress” y que ha pasado antes por Australia, China Taiwán y Singapur.

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¿Será esta exposición un hito en la historia del arte o en la del juguete? “Yo solo lo hago para divertirme, que sean los críticos los que cataloguen lo que es”, concluye.

EFE

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