Los países con menos tradición cinematográfica se abren paso en Cinélatino

Entre los 14 largometrajes que compiten en Cinélatino destaca también el filme "Saudade", en el que el ecuatoriano Juan Carlos Donoso traza paralelismos entre la vida de Miguel, un adolescente de 17 años, y la historia de su país.

Los nuevos medios digitales, que han permitido reducir los costes de producción de las películas, han ayudado a que el séptimo arte gane protagonismo en países donde no había esta tradición, explicó Francis Saint-Dizier, presidente de la muestra cinematográfica que se celebra hasta el 30 de marzo en Toulouse, en el sur de Francia.

Si ahora alguien no hace una película es porque no quiere”, aseguró, por su parte, el director costarricense Neto Villalobos, que con un presupuesto de 100.000 dólares y un equipo técnico de 5 personas ha realizado su ópera prima “Por las plumas”.

Esa comedia, que aborda las relaciones de amistad a través de la rocambolesca historia de un vigilante de seguridad que desea comprar un gallo de pelea, opta al premio de mejor largometraje de Cinélatino, tras su paso por los festivales de Toronto y de San Sebastián.

“En Costa Rica cuesta mucho conseguir financiación para hacer una película”, lamentó Villalobos, “pero hacer cine es difícil en cualquier parte del mundo”.

Para el realizador costarricense, el ahorro conseguido gracias a las nuevas tecnologías ha servido para alcanzar logros hasta ahora impensables: el año pasado se rodaron en su país cinco filmes, mientras que durante todo el siglo XX sólo se realizaron ocho cintas.

El panorama cinematógrafico latinoamericano lo encabezan Argentina y México, “donde se ruedan películas desde que se inició el cine”, en Chile y Colombia cada vez hay más producciones y, a continuación, se sitúan otros países emergentes como Ecuador, Costa Rica, Venezuela y Cuba, entre otros, resumió Saint-Dizier.

El largometraje colombiano “Tierra en la lengua” es otra de las cintas que concursa en Cinélatino con una trama ambientada en los conflictos de la Colombia actual y centrada en la figura de don Silvio, un terrateniente respetado y temido que pide a sus nietos que lo maten para terminar con sus dolores.

Su director, Rubén Mendoza, que se inspiró en su propio abuelo para crear a este personaje, explicó durante la presentación del filme que, pese a que ganó el premio a la mejor película en el festival de Cartagena, ve “difícil” que reciba “un trato digno” en la difusión en las salas colombianas, copadas por las películas estadounidenses.

Las producciones chilenas están representadas por “Las niñas Quispe” de Sebastián Sepúlveda, “Matar a un hombre” de Alejandro Fernández y “Volantín Cortao” de Diego Alonso Ayala y Aníbal Jofré del Campo,

Y, aunque el cine brasileño es poco conocido fuera de sus fronteras, según Saint-Dizier, cuenta con tres largometrajes en concurso: “Casa Grande” de Felipe Barbosa, “O homem das multidões” de Marcelo Gomes y Cao Cao Guimarães, y “O lobo atrás da porta” de Fernando Coimbra.

Así como históricamente ha habido más diferencias entre países en el ámbito de la ficción, en los documentales es distinto ya que se han rodado siempre en todos los lugares, apuntó Saint-Dizier.

El ecuatoriano Darío Aguirre, que opta al galardón al mejor documental con “El grill de César”, corroboró a Efe esta tendencia y lo atribuyó a que es una formato para contar historias “más asequible económicamente” que un largometraje.

Su cinta es autobiográfica y relata cómo su padre, César, le llamó un día para pedirle que le prestara dinero, ya que estaba acuciado por las deudas de su restaurante.

Cuento la historia del acercamiento entre un padre y un hijo”, explicó Aguirre, para quien el documental en Ecuador “es un género más maduro que la ficción, que está en proceso de descubrimiento de formas”.

EFE

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