El expresidente Donald Trump ha planteado la posibilidad de imponer un arancel del 100% a las películas producidas fuera de Estados Unidos si regresa a la Casa Blanca. Aunque la medida estaría enfocada en proteger la industria nacional, podría tener un fuerte impacto colateral en la distribución de anime japonés, una de las formas de entretenimiento extranjero más consumidas en el país.
De momento, no hay claridad sobre si este impuesto incluiría a series y películas animadas como las de anime, pero la ambigüedad en las declaraciones ya ha encendido las alarmas entre fanáticos, distribuidores y plataformas de streaming. Las licencias de títulos como Demon Slayer, Jujutsu Kaisen o las películas de Studio Ghibli podrían encarecerse drásticamente, afectando su disponibilidad en servicios como Crunchyroll o Netflix.
Expertos en comercio internacional advierten que este tipo de políticas suelen tener consecuencias impredecibles, especialmente en industrias con fuertes vínculos globales. En redes sociales, la comunidad otaku ya se ha manifestado con campañas y hashtags en defensa del anime, temiendo una “guerra cultural” disfrazada de política económica.
Por ahora, todo depende de si Trump logra volver a la presidencia y hasta dónde llegaría con sus propuestas. Lo cierto es que el debate ya está instalado y podría redefinir el consumo de anime en EE. UU. durante los próximos años.