En un mundo donde los Vengadores ya no están, surge un nuevo grupo de personajes con pasados complicados y misiones aún más peligrosas: los Thunderbolts. Esta nueva entrega del Universo Cinematográfico de Marvel apuesta por un tono más adulto y oscuro, con una estética que recuerda al cine de A24, sin perder el sello de acción al que estamos acostumbrados.
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Lo más destacado de la película es la profundidad emocional que logra sin sacrificar el entretenimiento. Florence Pugh se roba la pantalla con una interpretación más intensa de Yelena Belova, mientras que Lewis Pullman sorprende con su doble rol como Bob y Sentry, aportando capas complejas a sus personajes. John Walker, Bucky, Ghost y Red Guardian también brillan, ofreciendo momentos únicos que elevan al equipo y generan empatía. A esto se suma un tratamiento cuidadoso de la salud mental, abordado con madurez y sin caer en clichés.

Aunque hay momentos en los que el CGI recuerda al lado flojo de otras producciones recientes de Marvel, y el ritmo puede descolocar a quienes esperan la típica comedia de superhéroes, Thunderbolts apuesta por algo diferente. Su humor es más ácido, su narrativa más introspectiva y su enfoque de personajes más profundo.

En definitiva, Thunderbolts representa un nuevo aire para el MCU. Una película que limpia el mal sabor que dejó Captain America: Brave New World y nos recuerda que Marvel todavía puede sorprender. Si el estudio sabe aprovechar esta fórmula, este equipo podría convertirse en el nuevo favorito del público, como lo fueron en su momento los Guardianes de la Galaxia.