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La conocida creadora de contenido, Karely Ruiz, ha vuelto a encender el debate sobre la imagen corporal femenina y la crítica digital tras compartir su decisión de posponer una intervención estética en el busto. La influencer reveló a sus seguidores que las constantes críticas sobre la “caída” de sus senos la llevaron a considerar la cirugía, pero finalmente optó por tomarse el tiempo necesario y no actuar impulsivamente debido al “hate” que recibe a diario.
Este anuncio ha generado una oleada de apoyo en redes sociales, donde sus seguidores se han convertido en defensores de la realidad posparto. Comentarios como el de Danny Jim, que expresa un claro “No inventes Kare, tú estás bien lindaaaa, no hagas caso”, o las voces de otras madres que la respaldan al explicar que “Los senos están así por q tuviste a tu bebé... es normal por la lactancia”, demuestran un sentimiento colectivo de empatía y hartazgo ante la crítica superficial.
La realidad que enfrenta Ruiz es un espejo de la presión estética que sufren miles de madres. Los cambios mamarios, como la ptosis (flacidez) y las estrías, son secuelas naturales del embarazo y la lactancia, procesos que expanden el tejido mamario para alimentar al bebé. La decisión de Karely Ruiz de priorizar su salud mental y tomar una decisión reflexiva en lugar de ceder a la crítica masiva es un mensaje potente y necesario.
Médicos especialistas en salud de la mujer han insistido repetidamente en que la cirugía estética debe ser una decisión personal, basada en el deseo de la paciente y no en la coacción social. La valentía de la figura pública al enfrentar el estigma y al reconocer que “es frustrante que como mamás nos vivan criticando” abre una conversación esencial sobre el respeto a los cuerpos que han dado vida. Su postura no solo la reivindica a ella, sino que empodera a otras mujeres a aceptar y valorar sus cuerpos transformados por la maternidad.
