Dos años después del caos provocado por la primera versión de M3GAN, su creadora Gemma decide reactivarla para enfrentar a una nueva amenaza: Amelia, un robot militar creado por contratistas que robaron su tecnología. Así arranca M3GAN 2.0, una secuela que cambia el miedo por la acción desenfrenada y se convierte en un espectáculo absurdo, pero muy entretenido.
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La película no se toma en serio y eso juega a su favor. Sabe perfectamente qué funcionó la primera vez —los bailes, los chistes incómodos, y la actitud imparable de M3GAN— y lo lleva al extremo. Ver a la muñeca convertida en una especie de antiheroína que controla drones, tanques y hasta una máquina de algodón de azúcar, es tan ridículo como divertido. La villana Amelia también aporta una dosis de amenaza visual con un diseño que parece salido de una pesadilla futurista.
Sin embargo, no todo es perfecto. La cinta se sobrecarga con subtramas innecesarias, personajes olvidables y un intento de explorar temas profundos que no terminan de cuajar. Se nota que el guion quiere más de lo que puede manejar, y en varios momentos roza lo absurdo sin una justificación clara. Aun así, M3GAN 2.0 se sostiene gracias a su ritmo y a que nunca olvida su principal objetivo: entretener.
¿Es una gran película? No. ¿Es una experiencia memorable para ver con amigos y reírse de lo que está pasando en pantalla? Definitivamente. Y con un final que deja abierta la puerta a una tercera entrega, es claro que los creadores están apostando a convertir esta locura en una franquicia al estilo de Rápidos y Furiosos, pero con muñecas asesinas.
