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Karate Kid: Leyendas divide a los fans con su apuesta por la nostalgia

Una nueva generación brilla… hasta que llegan los viejos conocidos

Karate Kid: Leyendas inicia con fuerza, trasladando la acción a Beijing y luego a Nueva York, donde Daniel Larusso (Ralph Macchio) y el Sr. Han (Jackie Chan) deben colaborar para entrenar a Li Fong (Ben Wang), un joven con mucho potencial. El giro interesante es que ahora es un joven (Li Fong) quien debe aprender a ser maestro, mientras Víctor (Joshua Jackson) —un adulto con pasado turbulento— se convierte en su aprendiz y amigo. Las dinámicas entre ellos funcionan con mucha frescura y profundidad.

La película brilla especialmente en su primera mitad: las escenas de acción están bien coreografiadas, la ciudad de Nueva York se siente como un personaje más, y la relación mentor-aprendiz tiene un enfoque nuevo y prometedor. Ben Wang y Joshua Jackson cargan con el peso de la historia y lo hacen con carisma y fuerza. Hay momentos genuinos de crecimiento y emoción que parecen anunciar un nuevo capítulo para la franquicia.

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Sin embargo, justo cuando la historia comienza a desarrollarse con personalidad propia, todo se desinfla. La segunda mitad abandona el arco original y se lanza sin frenos al fan service. Jackie Chan aún se siente parte natural del universo, pero la presencia de Daniel Larusso resulta forzada y sin propósito narrativo. Lo que prometía ser una nueva dirección se convierte en la misma vieja fórmula: un torneo, un chico subestimado, y un final predecible.

Karate Kid: Leyendas termina siendo dos películas en una. Sony parece haber querido repetir el efecto No Way Home, trayendo de vuelta personajes icónicos, pero sin dejar que el nuevo protagonista tenga su propio momento para brillar. Es una lástima, porque Ben Wang claramente tiene lo necesario para liderar su propia saga. Aun así, la primera mitad se disfruta mucho, y deja un sabor agridulce al pensar en lo que pudo haber sido.

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