Lee también: El Real Madrid arrasa en Kazajistán y se consolida en la Champions
El Atlético de Madrid vivió una de esas noches que alimentan la memoria colectiva del Metropolitano. Con una exhibición de fútbol vertical, pegada ofensiva y solidez defensiva, los de Diego Pablo Simeone vencieron con claridad al Eintracht Frankfurt (5-1) y lanzaron un mensaje inequívoco al resto de Europa: están listos para competir de tú a tú en la Champions League.
PUBLICIDAD
Desde el arranque, el equipo colchonero impuso condiciones. Apenas corría el minuto 4 cuando Giacomo Raspadori, muy atento dentro del área, aprovechó un balón suelto para batir al portero alemán y abrir el marcador. El gol tempranero no solo desató la euforia en las gradas, sino que también marcó el guion del partido: presión alta, intensidad en cada duelo y una ambición ofensiva que el Eintracht nunca logró contrarrestar.
La ventaja se amplió en el minuto 33 con un cabezazo de Robin Le Normand tras un saque de esquina. El central francés, recién llegado esta temporada, mostró poderío en el juego aéreo y firmó su primer tanto en Champions con la camiseta rojiblanca. Para entonces, el Atlético ya dominaba los tiempos y el ritmo del encuentro, con un medio campo que combinaba seguridad en la recuperación y claridad en la distribución.
El broche a un primer tiempo impecable lo puso Antoine Griezmann. En el 45+1, el francés conectó un zurdazo preciso desde el borde del área para anotar el 3-0. El tanto tuvo un valor especial: fue su gol número 200 con el Atlético de Madrid en competiciones oficiales, un hito que lo coloca en la historia grande del club.
El Eintracht intentó reaccionar tras el descanso. En el minuto 57, Burkardt aprovechó una desatención defensiva para descontar con un disparo cruzado. Sin embargo, lejos de generar dudas, el gol visitante provocó una respuesta inmediata del conjunto local. Al 70, Giuliano Simeone, hijo del técnico rojiblanco, se estrenó en la Champions con un cabezazo que desató la ovación de la grada. Fue el momento más emotivo de la noche, un símbolo de continuidad y de la huella de la familia Simeone en el club.
La fiesta se completó en el minuto 82, cuando Julián Álvarez transformó con seguridad un penalti para sellar el definitivo 5-1. El delantero argentino mostró frialdad desde los once metros y confirmó la amplitud de recursos ofensivos con los que cuenta el Atlético esta temporada.
Más allá del resultado, la actuación dejó varias certezas: el equipo tiene gol por múltiples vías, mantiene la solidez que caracteriza a la era Simeone y cuenta con jugadores capaces de decidir partidos en cualquier momento.