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Trump ha expresado su preocupación por la seguridad en algunas sedes del Mundial, a las que ha calificado de “dirigidas por extremistas de izquierda”. En una declaración hecha el 26 de septiembre de 2025 en el Despacho Oval de la Casa Blanca, y replicada por el ‘New York Times’, el mandatario estadounidense señaló directamente a ciudades como Seattle y San Francisco, afirmando que sus gobiernos “no saben lo que hacen”.
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Con la promesa de garantizar un evento seguro para los asistentes, Trump lanzó una advertencia: “Si consideramos que una ciudad podría ser mínimamente insegura para el Mundial, la trasladaremos a otra ciudad”.
Esta medida, aunque planteada como una precaución, ha generado incertidumbre entre los organizadores y las ciudades anfitrionas. La posibilidad de un cambio de sede de última hora no solo afectaría la logística y la planificación, sino que también podría empañar la imagen del torneo. Históricamente, la FIFA ha enfrentado situaciones similares, aunque no necesariamente durante el transcurso de un mundial.

Un caso emblemático es el de la Copa del Mundo de 1986, que originalmente se iba a celebrar en Colombia. Sin embargo, por problemas de organización, la sede fue reasignada a México solo dos años antes de la competición. Este precedente demuestra que, si bien es poco común, los cambios de sede son una posibilidad real cuando se presentan circunstancias extraordinarias. Ahora, la FIFA y los comités organizadores deberán lidiar con las complejidades políticas y la seguridad del evento más grande del fútbol, mientras la sombra de las declaraciones de Trump se cierne sobre el futuro de algunas sedes.