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El pitazo final en el Estadio Cementos Progreso trajo consigo un silencio pesado y la dura realidad de una derrota en casa. La selección de Guatemala inició su camino hacia el Mundial de 2026 con un tropiezo doloroso frente a El Salvador, en un encuentro que, a pesar del resultado, dejó varias claves para el análisis. Tras revisar los momentos cruciales, queda claro que el partido se escapó en detalles puntuales.
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Desde el inicio, Guatemala intentó tomar la iniciativa, pero se encontró con un equipo salvadoreño bien organizado en defensa. El combinado nacional tuvo el balón y mostró chispazos de buen fútbol, pero le costó traducir esa posesión en peligro real. La frustración crecía con cada minuto que pasaba sin poder vulnerar el arco rival.
La metáfora perfecta de la ofensiva guatemalteca fue una jugada magistral de Arquímides Ordóñez en el segundo tiempo. Con una habilidad excepcional, eludió a tres defensores en una carrera memorable que levantó a la afición de sus asientos. Sin embargo, como sucedió durante toda la noche, ese destello de talento no pudo culminar en gol. Fue la crónica de un equipo con la capacidad de crear, pero sin la calma para definir.
El destino del partido se selló al minuto 79. En una jugada dentro del área, la defensa guatemalteca no logró despejar el peligro con contundencia. El balón quedó vivo, permitiendo un segundo centro que encontró a un atacante salvadoreño con el espacio suficiente para rematar y marcar el 0-1 definitivo. Fue un error de concentración que, a este nivel, se paga muy caro.
Aun con el marcador en contra, Guatemala se volcó al ataque y se topó con la figura indiscutible del partido: el guardameta salvadoreño Mario González. La jugada que resume su actuación fue un potente cabezazo de José ‘El Caballo’ Morales que llevaba claro destino de red. Sin embargo, en un acto de reflejos puros, González se estiró de forma increíble para desviar el balón, callando el grito de gol que ya se preparaba en las gradas. Esa atajada, junto a otras intervenciones cruciales, lo convirtieron en la muralla imbatible que le aseguró los tres puntos a su selección.
La derrota duele por ser en casa y en el inicio de un camino tan importante. Sin embargo, también deja lecciones claras: se requiere máxima concentración defensiva durante los 90 minutos y es urgente mejorar la definición. El camino es largo, pero el margen de error se ha agotado.