La Selección de Guatemala inició con el pie izquierdo su camino en la ronda final rumbo al Mundial, tras perder en casa 0-1 ante El Salvador, en un partido donde el equipo nacional mostró más posesión, pero sin ideas claras para transformar el dominio en goles.
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El único tanto del encuentro llegó al minuto 79 por intermedio de Harold Osorio, quien aprovechó la única llegada clara de la visita para silenciar el estadio guatemalteco.
Habían otras expectativas
La Bicolor llegaba con la posibilidad de encaminar su clasificación, más aún con los resultados de Surinam y Panamá que favorecían en la tabla.
Sin embargo, el equipo de Luis Fernando Tena nunca se conectó y no supo manejar la presión de jugar como local ni el rol de protagonista.
El Salvador, bajo el mando de Hernán “El Bolillo” Gómez, se plantó con una línea de cinco, orden defensivo y la paciencia de esperar un error para aprovechar la oportunidad.
El plan salió a la perfección: resistió los embates y convirtió la única que tuvo.
Estadísticas que no reflejaron el marcador
Guatemala dominó ampliamente en los números:
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- 19 remates contra solo 10 de El Salvador.
- 72% de posesión, frente al 28% de los salvadoreños.
- 564 pases completados con 83% de precisión, contra 233 y 61% de efectividad de su rival.
- 10 tiros de esquina a favor, mientras que El Salvador solo tuvo 1.
Pese a esa superioridad, la Bicolor no logró romper el bloque defensivo ni generar ocasiones claras. De los 19 remates, apenas 5 fueron al arco, todos controlados.
Desconexión y bajo nivel individual
El equipo mostró poca fluidez ofensiva. Óscar Santis, habitual por derecha, arrancó en la banda opuesta junto a Olger Escobar, lo que desdibujó su rendimiento. Por su parte, Aaron Herrera se contuvo en ataque, privando a Guatemala de profundidad por su sector.
En general, el conjunto no encontró líneas de pase y pocos jugadores se salvan de un bajo rendimiento colectivo.
Lo que viene
La derrota obliga a Guatemala a replantearse de inmediato. Con este resultado, la clasificación dependerá de sumar en condición de visitante, lo que aumenta la presión para los próximos compromisos.
El debut dejó un sabor amargo: muchas expectativas, dominio estadístico, pero poca claridad y cero eficacia. El reto ahora es transformar la posesión en resultados si se quiere mantener viva la ilusión mundialista.