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Reality shows: “La vida después del reality” parodia una sociedad obsesionada con ellos

La nueva comedia de Prime Video Latam muestra hipotéticamente lo que les pasa a muchas figuras en canales como Caracol y RCN en Colombia.

"La vida después del reality", producción de Prime Video Latam
"La vida después del reality", producción de Prime Video Latam "La vida después del reality", producción de Prime Video Latam (Cortesía)

Puros realities shows: La televisión colombiana es ahora lo mismo y lo mismo: reality tras reality. Que si bien son la misma fórmula y dejan ver la falta de creatividad enorme que ronda por ahí, fascinan por sus personajes, sus conflictos y todo lo que ocurre con ellos. Claro, prefabricado. La magia de todo el asunto es que la gente se lo sigue creyendo y a sus protagonistas los puede hacer héroes o villanos en un minuto, antes y después del programa.

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Con esa premisa, es que la oportuna y satírica ‘La vida después del reality’ llega a Prime Video Latam. Su protagonista, Margarita Ortega, es Marcela, una maestra que decide entrar a un reality. Y claro, su vida se descoloca en la transmisión del programa (muy de desafíos físicos en climas tropicales) y después.

Así, en seis episodios, se verá cómo la súbita fama impacta a su esposo, Miguel (Carlos Humberto Camacho) mientras ella afronta todas esas situaciones creadas junto a su compañera Laura (Natalia Betancourt). NUEVA MUJER entrevistó al elenco sobre esta producción.

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Es irónico que exista una serie así en un país que ama los realities, ¿no creen?

Margarita Ortega (MO): esto marca un punto de quiebre entre lo que vemos, lo que queremos ver y cómo nos contamos. Que un reality sea visto año tras año y sea rey del rating, y que ya es costumbre, genera unas dinámicas dentro del pú´blico que se discuten en familia y que a nuestros personajes, como el mio, Marcela, le permiten replantearse cómo sería su vida si algo extraordinario ocurriera. No fuera de lo cotidiano, sino que los programas dibujan unos comportamientos que se vuelven unos paradigmas para la gente, y ella decide que es un reto importante a su edad para obtener autovalidación, que es lo que quiere encontrar al atreverse y dar el salto con las consecuencias que todo esto trae. Asimismo, vemos cómo su vida se transforma y cómo esos paradigmas hacen referencia de lo social, y cómo esos protagonistas se convierten en los televidentes y los televidentes también en protagonistas de esas vidas que se tejen ahí.

¿Cuáles fueron sus referencias para las dinámicas de los personajes dentro y fuera de la pantalla?

Natalia Betancourt (NB): la vida misma. Creo que parte del oficio y la tarea del actor es observar mucho. Nosotros reflejamos una cara más de la vida, de lo que le pasa a la gente. Es importante, a pesar de que estamos en un tono de comedia, contar las cosas. En la serie pasan cosas muy salidas de lo cotidiano, y hallamos en eso la verdad. Y no debemos tampoco olvidarnos de ser humanos, de transmitir todo el sentimiento que conllevan las situaciones, porque no sólo es lo exterior. Por eso tuvimos un trabajo actoral muy bien dirigido por parte de nuestro director, Juan Camilo Pinzón. Él nos marcó una pauta muy importante en ritmo, tono y tiempo de este trabajo. Y apoyados en un súper buen guión con los mejores estándares de producción, se da lo mejor de nosotros.

¿Qué es lo más difícil de hacer reír?

Carlos Humberto Camacho (CHC): yo creo que lo importante es no tratar de hacer reír, es simplemente representar un guión. Y, seguramente, cuando hay identificación, según mi teoría, con los personajes, crea una comicidad maravillosa. Y ahí está el click y lo importante de hacer una comedia. Igualmente, creo que lo principal es no tratar de hacer reír sino botarlo al 100 por ciento. Esto genera una relación con la gente que se vea a sí misma o a otros en los personajes.

Leonardo Angelone (LA): la comedia tiene un ritmo, la serie tiene un ritmo muy veloz. Y yo en lo personal choqué mucho al principio, porque esto es de responder rápido.

¿Qué es lo que más les gustó de interpretar a sus personajes?

MO: yo creo que Marcela tiene el empuje necesario para trepar la montaña. Y en últimas, los personajes lo escogen a uno. Uno audiciona, uno lee lo que tiene que leer, hace el trabajo que tiene que hacer, pero los personajes llegan cuando uno los necesita. Es inequívoco, al menos para mí, entender que ese trabajo que hay tras escena, esa fibra o ese hilo conector, se da en doble vía. Y no puedo hacer los mismos papeles que en 1993: soy otra mujer. Y aunque me presentara no para este personaje sino para otros, el bagaje que tengo ahora me impediría hacerlo. El camino me ha llevado a reconocer este aprendizaje de una manera particular, muy íntima, muy mía . Marcela me dio también la fuerza y el empuje en momentos difíciles del rodaje en los que yo decía que no iba a poder. Y de alguna manera, contando también con el soporte del equipo técnico, también tuve esto para poder reaccionar. Yo me tiré al vacío y su espíritu fue el que me acompañó.

Muchos compañeros suyos han estado en esos programas. ¿Quisieran ir?

LA: tengo alguien muy cercano que estuvo allí y no se imaginó lo que sería luego del reality, los comentarios, cómo manipulan cada plano, para que parezca que hacen una cosa y es otra distinta, cómo logran que la gente los odie o los ame, son dioses, ellos manipulan todo. Yo lo pensaría bien.

NB: no iría, comer cosas raras, desacomodarme, no me gusta. Y tampoco crear pelea, lo que les gusta a muchos. Eso no me gusta tanto. me gusta dialogar, no estar chismeando, yo sería un personaje muy aburrido.

CHC: yo estuve en un reality nada parecido, pero fue una experiencia muy positiva en mi vida.

MO: no iría, no tengo la personalidad. Soy demasiado ostra. Y me parece que mi trabajo tiene un brillo per sé que es él y es mi trabajo. Y esa la pátina que a mi me gusta que me interesa que tenga. El otro pedazo, que es mi vida privada y cómo funciono en mi vida privada, con códigos de comunicación son míos y no me interesa mostrarlos en otra parte.

Con esta serie, ¿qué aprendieron de la fama?

LA: La fama es un arma de doble filo.

NB: yo creo que la fama es para ayudar a los otros. Cuando tienes fama, tienes ese poder de convocar, de ayudar a la gente con un propósito, de conseguir un objetivo más fácil entre la gente . Para uno mismo es aburrida. Lo que es lindo es vivir el presente, hablar el presente, compartir.

CHC: lo reflejo con el agradecimiento. La fama es agradecimiento y me quito un peso de encima inmenso y se vuelve un espejo. Se evapora cualquier actitud que vaya alejada de ahí.

MO: estoy de acuerdo con Pity. He tenido la fortuna de vivir mi vida así hace tantos años desde que me acuerdo, que es obviamente una fortuna y no sé vivir de otra manera. No lo veo como una palabra que llega a ser como una descripción de algo en mi vida. Mi vida es así desde siempre. Mi vida es así, funciona así. Y a mí la palabra fama no le encuentro ninguna conceptualización válida en lo que me corresponde más allá de poderme encontrar con la gente en la calle de forma particular que seguramente no me ocurriría si mi vida fuese otra.

Pero siendo así, en la calle te saludas con la gente, hablas, como si entrases a su casa. Y es maravilloso eso cuando uno logra convocar a las personas para generar cierto tipo de reacciones positivas para todos. Si no hay propósito, de alguna manera ese reconocimiento es un fracaso. Tiene que existir: y lo mínimo que se te exige - y debe ser un pensamiento inconsciente- es responsabilidad con lo que agradeces. Haces y dices. Porque si haces esto tienes que corresponder con responsabilidad social. Es lo más maravilloso que te pasa cuando tu trabajo tiene reconocimiento.

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